Muchas cosas que decir...

Tengo muchas cosas que decir... al igual que muchas cosas por hacer... , y aplicarme la concepción geológica del tiempo me permitirá tener buena parte de todo eso.

Este será un espacio para una suma que permita la multiplicación. Una amalgama de ideas, opiniones, relatos e informaciones, en definitiva de aportaciones, que multipliquen con éxito las buenas verdades que ya poseemos.

Se puede ser feliz con talento, pero no sin pasión ... ;)

Bienvenid@s !!

martes, 15 de julio de 2014

El alma

 (Foto de Dan Mountford)

Desgraciado quien no haya amado más que cuerpos, formas y apariencias. 
La muerte le arrebatará todo. 
Procurad amar las almas y un día las volveréis a encontrar. 
Víctor Hugo

La música empieza a sonar, he llegado a tiempo. El aire entra sin llamar por la ventana y mi bailarina inaugura su danza. Sé que su cabeza empieza a contarle historias y ella intenta engañarla con una bonita sonrisa. Jugaré a que baila para mí e imagino con ella.

Desde donde estoy sólo atrapo a contemplar su cuerpo desde el hueco de su cintura hasta donde el cabello se alza concluyendo cada movimiento,  qué meneos tan exquisitos me regala.  Una mujer de raza salvaje y exótica sin duda, no hay más que ver como se envuelve en ella misma, se mira el alma con los ojos cerrados, se abraza. Me inquieta saber qué piensa cuando despliega las manos por las facciones de su rostro, siempre con las palmas abiertas de par en par, como si imaginara las caricias que no tiene, las caricias que le faltan.

No puedo distinguir con exactitud  el color de las piezas que la componen. Deben ser cabellos del color de la arena, piel blanca con destellos y labios con efecto luciérnaga, porque la bailarina brilla como el sol, solo que un poquito más.

Ahora que se ha desprendido de algo de ropa, en un instante hipnótico y fugaz,  la declaro la mujer perfecta que hace al hombre más suave… Temblar como la luna en el agua. Porque así estoy, tambaleándome sobre el trozo de tierra que me sostiene, esperando a que éste haga el trabajo de mantenerme en pie por mí, porque juro que no puedo.  Un espíritu quieto, brillante, con algo de luz angelical, sin perfidia, se ha clavado en mi pecho. Tengo que dejar de mirarla o habré de inventar unas alas enormes que me ayuden a cobijarla.
Siéntete, pero sin llanto. Los latidos nacen antes que el corazón. Debe ser así, no es normal la pugna que se traen en mi pecho. Toca sentarse. Tengo que contestar el email de Ana, pero ahora no, no alcanzaría a convencerla de que todo va bien. Ella espera poder, que mis palabras sean un lecho de consuelo, pero no es el momento más adecuado para seguir hablándole del amor, del desamor, ¡de todas esas paridas sobre las que nos hemos hecho grandes expertas! Mi piedra se agrieta y pienso en ese silencio que llega hasta los relojes cuando las dos personas que se tienen que encontrar, se encuentran, se juntan y ya pasa todo eso que se mantiene con vida en mis anhelos. Meterse en una cárcel musical no ayuda a estar despierta, y toca pensar demasiado. Suena Feist, ventana y a buscar la luna.
Se levanta de una silla que no alcanzó a ver y me ofrece su presencia, ahora sí, más cerca, está junto a la ventana. Soy parte de su instante, aunque ella no lo sepa, mejor, que no me descubra, que no venga,  que esperarla es un precioso placer.  

Tengo el pecho inflado de ella, especialmente cuando abandono la mirada, y dejo que sean las médulas de mi pensamiento las que me muestren lo que sería tenerla aquí, los dos sobre ese mismo trozo de tierra que me contiene. Si no le digo algo pronto  mis palabras se perderán en el cielo, como todas las palabras que nadie pronuncia, son estrellas. Pero que extraño me siento, como si hubiese frecuentado sus besos. 
Y ahora, ¿por qué se ríe?
Tiene gracia, aquí ando, con el deseo de salir en esta noche de lluvia y beber de los versos que necesito para…, para agarrarte la cintura, como si fuera yo el hombre y tú la mujer, te empuño y te lleno el pecho de besos, de mis besos. Preñar mis pensamientos de ti me ayuda a mantenerte con vida. También es real aquello que imaginamos, y es así como quiero que me respires. En ocasiones siento una leve presión, justo donde nace el cuello, debe ser que no vienes y las estupideces se me atragantan.  Le gritó a Dios cada día, me quejo del eco que retumba dentro de todas las personas que nos hemos quedado amándote en esta parte del mundo. Me abrieron en canal, me vaciaron entera  el día que alguien decidió que ya no me hacías falta. Debió ser por eso que inventaron la poesía, para solucionar la fealdad de la vida, pero qué versos podrían quitar el plomo de la sangre que me riega. Aquí se quedaron los zapatos de tu fantasma. Te voy a echar de menos toda la vida. 
Extraño, me siento extraño, como inmóvil y enamorado. Los oigo, y me duelen, me duelen los lamentos de sus pensamientos. Mi boca miente, y mi cabeza me revela la soledad en la que habito. Ando en llamas con el corazón abierto, y a pesar del fuego, no padezco, no sufro, ni palpo mi piel ni mis entrañas. Hay un silencio infinito en mi cuerpo sombrío. Ella es el espejo de mi amor, y yo no me opongo, mi ceguera me impide abandonar todo esto. Creo no entender, pero entiendo. He salido del océano en calma que fue lo nuestro. Una vida en común efímera, un amor veloz e incompleto de oportunidades, que no pudo ser vivido, pero con la lozanía suficiente como para haber anidado en la eternidad, más allá de la muerte. Estas deben ser las delicias de nuestra injusticia mi amor. Que yo pueda verte sin que me veas.

Cris de la Torre
@CRISDLTC

 
(Foto de Adam Martinakis)



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