Cuanto hablamos de lo que añoramos, pero que poco conocemos la pulcritud del término. La añoranza esto, la añoranza lo otro... La falta de un sentimiento, cualquiera que sea, es lo que genera una espiral en nuestra alma, gira incesante, se muestra infinita y nos asalta sin avisar. Añoranza es el poder decir ¿eso es todo? La falta de algo, de una sensación que ya se tuvo o de alguna otra que anhelamos en nuestro imaginario. La añoranza es hacia alguien, es hacia algo, o hacia algo que deposita alguien en ti.
Añoranza es despedirse de una cama, de un sentimiento de culpa, por algo perdido que ni siquiera fue nuestro alguna vez, es un visitante ocasional, placentero o castigador. Añoranza es amor, es desorden, es el símbolo de la ausencia, es distancia, pero es amor. La propia esencia de la añoranza anhela una definición. El anhelo no se explica para que la mente lo entienda, simplemente el corazón extraña, pero es amor.
Sabina, con la frente marchita, decía que no hay nostalgia peor que añorar lo que nunca existió. Pero no hay añoranza más dolorosa que extrañar a alguien que te dio lo que siempre anhelaste, ese algo de ese alguien.
No me dejes en el olvido, cuando lo hagas, hazlo en la añoranza...
Gracias a ti, que me has enseñado la magia de la añoranza. A.
Cris de la Torre
@CRISDLTC